En esta página te mostramos de forma completa las principales características y la clasificación de los reptiles, englobando toda la información esencial sobre estos animales. Además, descubrirás su hábitat natural, hábitos de alimentación, estrategias de reproducción y adaptaciones que les han permitido sobrevivir a lo largo de millones de años.
Prepárate para conocer curiosidades, comportamientos y datos interesantes que harán que comprendas mejor la diversidad y la importancia de los reptiles en los ecosistemas.
Reptiles | Características y clasificación
Definición de reptiles
La palabra reptil proviene del latín y significa literalmente «que se arrastra». Este término hace referencia a la forma característica de desplazamiento de muchos de estos animales. Sin embargo, hoy en día incluye especies que no se arrastran, como los reptiles que caminan sobre sus patas o nadan en el agua.
En general, la palabra «reptil» resalta su morfología alargada, su piel cubierta de escamas y su relación con los primeros vertebrados terrestres. Además, el término engloba a una amplia diversidad de animales que han conquistado casi todos los ecosistemas del planeta, desde desiertos hasta selvas tropicales y océanos.
Características de los reptiles
Entre las características de los reptiles, podemos destacar que se han identificado alrededor de 90.000 especies de reptiles en el planeta, originándose hace unos 300 millones de años. Entre las más conocidas se incluyen geckos, lagartos, cocodrilos, culebras, lagartijas y víboras. Los reptiles pertenecen al filo de los cordados, dentro del subfilo Vertebrata, y forman parte del reino Animalia. Su clasificación refleja una enorme diversidad adaptativa, desde especies terrestres hasta semiacuáticas y marinas.
La mayoría de los reptiles son tetrápodos, desplazándose sobre cuatro patas, mientras que las serpientes carecen de extremidades y se arrastran. Su piel está recubierta de escamas y placas córneas que evitan la deshidratación y les protegen frente a depredadores y condiciones ambientales extremas. Los reptiles son ectotermos, o “de sangre fría”, capaces de regular su temperatura corporal mediante el comportamiento. Durante el invierno o en épocas de frío extremo, muchas especies entran en un estado de letargo o brumación.
Además, presentan adaptaciones sorprendentes según su hábitat: algunos cocodrilos tienen piel muy dura para resistir embestidas, mientras que geckos poseen almohadillas adhesivas que les permiten trepar paredes y techos.
Morfología de los reptiles
La cabeza de los reptiles está equipada con ojos bien desarrollados, mordida con dientes en lagartos y serpientes, y una lengua altamente especializada que funciona como órgano sensorial, olfativo y táctil.
El tronco es alargado y musculoso, con costillas que protegen los órganos internos y permiten la respiración. La mayoría de los reptiles posee cuatro patas, adaptadas según la especie para correr, nadar, excavar o trepar.
La cola es una estructura fundamental que sirve para equilibrar el cuerpo, almacenar reservas de grasa, defenderse o incluso comunicarse. En algunos reptiles acuáticos, como cocodrilos y algunas especies de lagartos marinos, la cola también facilita la propulsión en el agua.
El tamaño y la forma corporal de los reptiles varía enormemente: desde pequeños geckos de pocos centímetros hasta grandes cocodrilos que superan los 6 metros de longitud. Además, su coloración suele ser críptica, ayudándoles a camuflarse en su entorno y protegerse de depredadores.
Aparato circulatorio
El sistema circulatorio de los reptiles se caracteriza por la presencia de un corazón con tres cavidades, formado por dos aurículas y un único ventrículo. La sangre circula a través de un sistema doble, cerrado e incompleto, lo que significa que, aunque existen dos circuitos (pulmonar y sistémico), no hay una separación perfecta entre la sangre arterial y la venosa.
En la mayoría de reptiles, el ventrículo está parcialmente dividido por tabiques que reducen la mezcla de sangre, permitiendo una mayor eficiencia en la oxigenación. Gracias a esta adaptación, pueden sobrevivir en ambientes secos y conservar energía durante largos periodos de inactividad.
Sin embargo, en algunos reptiles avanzados como los cocodrilos, el corazón está completamente dividido en cuatro cavidades (dos aurículas y dos ventrículos), igual que en aves y mamíferos. Esta característica les proporciona una circulación mucho más eficiente, acorde a su gran tamaño y estilo de vida semiacuático.
Sistema digestivo
El sistema digestivo de los reptiles está altamente desarrollado y adaptado a su dieta carnívora o insectívora, aunque algunas especies también pueden ser omnívoras o herbívoras. Todo comienza en la cavidad bucal, equipada con dientes afilados, lengua, labios y glándulas salivares que facilitan la deglución. Desde allí, el alimento pasa a la faringe, que actúa como tubo de conexión y evita que la comida entre en el aparato respiratorio.
El siguiente tramo es el esófago, un conducto muscular encargado de desplazar el alimento mediante contracciones hasta llegar al estómago, donde se almacena y comienza la digestión química. A continuación, el alimento pasa al intestino delgado (duodeno, yeyuno e íleon), principal zona de absorción de nutrientes.
Por último, los restos llegan al intestino grueso, donde se reabsorbe el agua antes de ser expulsados como desechos. En este proceso intervienen también órganos accesorios como el hígado y el páncreas, que producen enzimas y jugos digestivos esenciales para procesar los alimentos.
Gracias a este sistema, los reptiles pueden aprovechar al máximo los recursos de su entorno, lo que les ha permitido adaptarse a una gran variedad de hábitats.
Sistema nervioso
El sistema nervioso de los reptiles está bien adaptado a su estilo de vida terrestre y depredador. Su encéfalo alargado es más estrecho que el de otros vertebrados, pero destaca por el desarrollo de los lóbulos ópticos, lo que les otorga una excelente visión. Además, poseen un curioso “tercer ojo” vestigial, también llamado ojo pineal, que funciona como fotorreceptor y termorreceptor, ayudándoles a detectar variaciones de luz y temperatura.
En la retina se encuentran tanto conos como bastones, lo que les permite diferenciar formas y percibir cambios de luminosidad con gran eficacia. Esta capacidad visual es fundamental para la caza, ya que muchos reptiles son depredadores activos que dependen de la vista para localizar a sus presas.
La piel de los reptiles también juega un papel importante dentro de este sistema, ya que cuenta con numerosas terminaciones nerviosas. Gracias a ellas, los reptiles son capaces de detectar vibraciones, movimientos y alteraciones en su entorno, aumentando así sus posibilidades de supervivencia frente a depredadores o en la búsqueda de alimento.
Aparato respiratorio
El aparato respiratorio de los reptiles está adaptado a la vida terrestre y funciona principalmente a través de pulmones bien desarrollados. Estos órganos esponjosos permiten el intercambio de gases con el exterior, garantizando la entrada de oxígeno y la expulsión de dióxido de carbono.
La respiración se realiza gracias a los músculos torácicos, que dilatan la cavidad del cuerpo para permitir la entrada de aire y después la comprimen para expulsarlo. A diferencia de los anfibios, los reptiles no dependen de la piel para respirar, lo que les permite habitar en ambientes más secos.
La mayoría de las especies presentan dos pulmones funcionales, aunque en algunos grupos, como ciertos ofidios (serpientes), el pulmón izquierdo puede encontrarse reducido o atrofiado. Aun así, este sistema resulta altamente eficiente y les permite mantener su actividad incluso en condiciones de calor extremo o en periodos de inactividad, como la hibernación.
Clasificación de los reptiles y ejemplos
En este apartado vamos a descubrir la clasificación de los reptiles, un grupo fascinante de vertebrados que ha conquistado la tierra firme desde hace millones de años. Para comprender mejor su diversidad, veremos las diferentes clases en las que se dividen, explicando sus características principales y algunos de sus representantes más conocidos.
Aquí encontrarás ejemplos de serpientes, lagartos, cocodrilos y tortugas, además de otros linajes menos conocidos que forman parte de la rica historia evolutiva de los reptiles. La clasificación nos ayuda no solo a entender cómo se organizan científicamente, sino también a valorar la increíble adaptación de estos animales a distintos hábitats del planeta.
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Anapsida
Los anápsidos son reptiles primitivos que carecen de aberturas temporales en el cráneo. Su representante actual más conocido son las tortugas. Tienen un cráneo robusto que protege bien el cerebro. Su evolución se ha mantenido relativamente estable a lo largo del tiempo.
Créditos de imagen: Nobu Tamura (http://spinops.blogspot.com), CC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons.

Diapsida
Los diápsidos presentan dos aberturas temporales a cada lado del cráneo, lo que les permite mayor movilidad mandibular. Incluyen la mayoría de los reptiles actuales, como lagartos, serpientes y cocodrilos. Este grupo también dio origen a las aves.
Son muy diversos tanto en forma como en tamaño y hábitat, adaptándose a ecosistemas terrestres, acuáticos y aéreos, lo que refleja su éxito evolutivo a lo largo de millones de años.

Synapsida
Los sinápsidos tienen una única apertura temporal en el cráneo. Aunque hoy están extintos como reptiles, fueron los ancestros de los mamíferos. Se caracterizaban por una mandíbula fuerte y musculatura masticatoria desarrollada. Su evolución marcó el paso hacia formas más complejas de vertebrados y son super valiosos para el estudio.
Créditos de imagen: DiBgd at English Wikipedia, CC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons.
Taxonomía de los Reptiles
En este apartado vamos a explorar la taxonomía superior de los reptiles, explicando cómo se organizan dentro del reino animal. Conoceremos sus principales grupos y subclases, lo que nos permitirá entender mejor su evolución, diversidad y relación con otros vertebrados. Esta visión general facilitará la comprensión de su clasificación antes de adentrarnos en cada especie y sus características específicas.
- Dominio: Eukaryota
- Reino: Animalia
- Subreino: Eumetazoa
- Superfilo: Deuterostomia
- Filo: Chordata
- Subfilo: Vertebrata
- Infrafilo: Gnathostomata
- Superclase: Tetrapoda
- Clase: Reptilia
- Superclase: Tetrapoda
- Infrafilo: Gnathostomata
- Subfilo: Vertebrata
- Filo: Chordata
- Superfilo: Deuterostomia
- Subreino: Eumetazoa
- Reino: Animalia
Alimentación de los reptiles
La alimentación de los reptiles es muy diversa, adaptándose al hábitat y las características de cada especie. Principalmente, podemos diferenciar cuatro tipos de dieta:
Carnívoros: se alimentan exclusivamente de otros animales. Entre ellos destacan los cocodrilos y las serpientes, que cazan presas activamente y utilizan estrategias muy especializadas para capturarlas.
Herbívoros: aunque son menos numerosos, estos reptiles comen únicamente materia vegetal. Iguanas y algunos lagartos son ejemplos típicos, consumiendo hojas, flores y frutas según su entorno.
Insectívoros: se alimentan principalmente de insectos, arácnidos, moluscos o anélidos. Este grupo incluye muchas especies de lagartos y serpientes, que controlan poblaciones de pequeños invertebrados.
Omnívoros: combinan diferentes tipos de alimentación, consumiendo tanto animales como plantas. Muchas tortugas, serpientes y lagartos pertenecen a este grupo, mostrando gran adaptabilidad en su dieta.
Reproducción de los reptiles
La reproducción de los reptiles es sexual y la mayoría son ovíparos, es decir, ponen huevos. Estos huevos son amnióticos, lo que significa que cuentan con una membrana protectora que evita que se sequen, permitiendo a los reptiles reproducirse en tierra firme sin depender del agua, a diferencia de los anfibios.
La fecundación es interna, y los machos presentan un pene simple o, en muchas serpientes, dos hemipenes, que les permite asegurar la transferencia de esperma de manera eficiente.
El período de incubación de los huevos varía según la especie, oscilando generalmente entre seis y doce semanas, aunque factores como la temperatura y la humedad pueden acelerar o retrasar la eclosión.
Algunas especies también muestran comportamientos de protección parental, como excavar nidos o vigilar los huevos hasta que nacen las crías, aumentando sus posibilidades de supervivencia en entornos naturales.
Hábitat de los reptiles
El hábitat de los reptiles es muy amplio, extendiéndose por casi todas las regiones del planeta, aunque presentan mayor diversidad en zonas tropicales con climas cálidos y húmedos. Al ser animales ectotermos o de sangre fría, dependen del calor ambiental para regular su temperatura corporal, por lo que en regiones cercanas a los polos su presencia es prácticamente nula.
En Centroamérica, México, Perú, así como en regiones de Asia, India y Tailandia, los reptiles se encuentran en gran abundancia, adaptándose a distintos ecosistemas gracias a su capacidad de sobrevivir en condiciones extremas.
Estos animales pueden habitar ríos y lagos, como ocurre con los cocodrilos y tortugas acuáticas; selvas y bosques, ocultándose entre troncos, hojas o agujeros, como muchos lagartos y serpientes; desiertos, soportando altas temperaturas y escasez de agua, como algunas víboras y gecos; e incluso ambientes marinos, en el caso de las serpientes marinas y ciertas tortugas oceánicas.
La gran adaptabilidad de los reptiles les permite ocupar nichos muy variados, desde el fondo de los ríos hasta las ramas más altas de los árboles, demostrando su capacidad de supervivencia en hábitats muy diversos y su importancia ecológica en cada ecosistema donde se encuentran.
origen de los reptiles
El origen de los reptiles se remonta a hace aproximadamente 300 millones de años, durante el Carbonífero superior, a partir de los primeros anfibios como Ichthyostega. De estos individuos surgieron los primeros reptiles, siendo los captorrinomorfos los descendientes directos de estos anfibios primitivos. A partir de ellos se diversificaron tres grandes linajes que marcaron la evolución de los reptiles modernos.
Los sinápsidos dieron origen a los mamíferos, evolucionando progresivamente a lo largo de millones de años hasta las especies actuales.
Los diápsidos, por su parte, se diversificaron en cuatro grandes grupos principales:
- Lepidosaurios, que comprenden las serpientes y lagartos, adaptados a una gran variedad de hábitats terrestres y arbóreos.
- Ictiosaurios, animales ya extintos, adaptados exclusivamente al medio acuático, con un cuerpo similar al de los delfines modernos.
- Sauropterigios, reptiles marinos con cuerpos parecidos a cocodrilos o ballenas y con cuellos alargados, muy adaptados a la vida acuática.
- Arcosaurios, antecesores de los dinosaurios, que dieron lugar a aves, cocodrilos y algunos linajes de mamíferos, formando uno de los grupos más influyentes de la historia evolutiva.
La evolución de estos linajes permitió a los reptiles colonizar diversos ecosistemas, desde ambientes acuáticos hasta zonas terrestres áridas y selváticas, consolidándose como uno de los grupos de vertebrados más exitosos de la Tierra.